Referentes pictóricos del cine de David Lynch

Vamos a intentar algunas relaciones que nos sirvan como guía para comprender la imaginería de la obra cinematográfica del director David Lynch, a partir de ciertas pinturas famosas y muy influyentes. Sin duda es plausible y muy reveladora la influencia de Edward Hopper, célebre artista norteamericano, en varios momentos y quizás en la intención total del quehacer lyncheano.

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Baste observar la pintura Aves Nocturnas (1947), en donde Hopper nos presenta una cafetería incordiantemente aséptica e iluminada, en acentuado contraste con el nocturno ambiente urbano que parece amenazarla. El camarero y los pocos comensales del lugar, parecen disimular su nerviosismo por la opresión de soledad y aislamiento que les acecha más allá de los cristales del aparador (demasiado frágiles tal vez).

Ahora obsérvese la misma temática en el oleo Gas (1940) del mismo Hopper. Pareciera expresarnos lo incierta que resulta la conciencia racional ahogada por el mar tenebroso de misterio y absurdo inherentes al mundo: el silencio del ser no dice nada, sólo aguarda.

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David Lynch prácticamente nos participa de lo mismo en su obsesiva imagen de la típica cafetería norteamericana, como si fuese un lugar límite, por lo artificioso, lo transitorio, cual si se tratara de un paso de frontera entre lo cotidiano vacuo y la otredad furtiva del ser profundo, aquel que sólo puede ser aludido, o sentido.

El tránsito de un mundo a otro se da a través de las nerviosas charlas y relatos, como si el habla se asomara a los terrenos ominosos del mito y se reconociera a medias sin atreverse a dar el salto definitivo; diálogos aparentemente normales, aunque temerosos, de los viajeros-iniciados-comensales del lugar, preparándose para la desgarramiento trascendente y pasmoso que les aguarda tras pagar la cuenta, con hamburguesas, soda, café caliente y tartas de fruta.

Paliativos tan falsos y edulcorados como el engaño del mago de Oz. Ejemplos de esto en Lynch los hallamos, por citar algunos apenas, en la cafetería de Lumberton, donde Jeffrey y Sandy hablan de su descubrir de los inquietantes secretos develados del mundo y de sus peligros en terciopelo azul, en Blue Velvet (1986). O el célebre local “Double R Dinner” de la serie de Tv Twin Peaks , presente también en Twin Peaks: Fire walk with me (1992). Más allá de sus puertas barnizadas y de la seguridad de su bullicio pueblerino, se oculta entre las tinieblas de los picos gemelos, la demencial The Black Lodge.

Finalmente por esta entrega recordemos aquí la cafetería donde los dos amigos hablan de prodigios, pesadillas y de ocultas realidades letales, en cierta secuencia de la laberíntica y enigmática Mulholland Drive (2001) tal vez la c(s)ima más alta de Lynch. Hopper mismo hubiese aplaudido el intuitivo y genial detalle de situar al mismísimo minotauro de la conciencia, en la parte trasera de su luminoso y confiable seguro para aves nocturnas.

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Los ojos del absurdo parecen esperar el silencio de Jeffrey y Sandy en Blue Velvet (1986), un momento digno de Hopper.

Seguiremos con esto.

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