Nota sobre el cine de Akira Kurosawa
El cine del maestro Akira Kurosawa bien podría tener como uno de sus centros de referencia más valiosos, su permanente interrogación acerca del hombre, de su esencia y sus límites como tal. En Rashomon (1950) por ejemplo, la investigación acerca de lo humano efectuada por Kurosawa nos arroja un abanico de posibilidades: a veces es heroico e intrépido, a veces ruin y cobarde…al final es el llanto de un ser infante arrojado a su propia libertad inerme… la posibilidad de ser cualquier posibilidad: una responsabilidad encarnada.
En Los Siete Samurái (1954) de nueva cuenta, tenemos ese arco iris de caracteres en el que se forja la particularidad humana. El ser héroe como una condición de posibilidad del individuo, pero eso con lleva riesgos, ¿Cómo saber cuál es el camino adecuado para comprender esta esencia que nos define? ¿Acaso la del maestro honorable y bonachón, la del samurái recto y acerado pero leal, la del astuto vagabundo devenido guerrero por amor propio, etc.?
Basta con analizar un poco como Kurosawa explora para hallar la respuesta los límites de esa humanidad esquiva, ambos límites de sus personajes, lo más alto y lo más bajo, High and Low, desde la sutil ambivalencia del samurái Sanjuro, capaz de la más traicionera de las acciones por el motivo más loable y caritativo; hasta el terrible abismo de las dos posibilidades que en el fondo se alimentan de la misma fuerza, baste pensar en la escena perfecta, dura , sabia del final de El Infierno del odio(1963) cuando el gran Toshiro Mifune, encarnando a un justiciero padre de familia, se enfrenta al delincuente que afrentó contra su familia: la estoica presencia de Mifune ante la bestial reacción del criminal arrojándose como un animal hacia el cristal protector para careos, de la cárcel.
Luego de ser retirado por los oficiales, Mifune no puede sino reconocer abrumado, su propio reflejo en el lugar en donde antes viera al Otro, al malo. Lo humano por esencia entonces es su no esenciada-libre otredad; su capacidad de ser diferente siendo lo mismo. Paradoja alumbradora, seres contradictorios, que dictan contarios para instaurar mundo.
Al final siempre habrá sueños, como en Dreams(1990) del maestro Kurosawa, que reconozcan y reconcilien estas diversidades en un blanco silencio, que lo resuelva todo, en un final preguntar satisfecho y sin final. Paz.