Media noche en París
Después de pasar por Barcelona con Vicky y Cristina, a Woody Allen, más apreciado en Europa que en su propio país le ha dado por París. El morbo de la película está en la aparición de la primera dama de la República Francesa, la esposa del inquilino del Elíseo Carla Bruni.
No obstante, a parte de esta esperada aparición estelar y de los atractivos de la ciudad de la luz no parece que esta nueva comedia romántica de Allen protagonizada por Owen Wilson haya acumulado muchos más incentivos para ir a verla aun cuando el el festival de Cannes tanto la crítica como el público le hayan dado un tratamiento elogioso.
Cierto es que el neoyorquino es tan aficionado a Europa como Europa lo es a él y cierto, también, que en EE.UU. no pocas veces basta con exhibir París (o Venecia o alguna otra ciudad emblemática del viejo continente) para atraer al público a la taquilla, sin embargo de un genio del humor cabía esperar algo más.
Tal vez el problema de Allen sea el haberse tomado el humor demasiado en serio, como si pretendiese abjurar de películas como «Sueños de seductor» o «Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar«. Cintas que, en ocasiones ni dirigía como es el caso de la primera. Allen fue humorista antes que director o actor.
En todo caso esta cuadragésimo segunda película del judío de Brooklyn no defraudará a sus fieles, siempre que estén dispuestos a dejarse seducir por las peripecias de un escritor bohemio que, en medio de París se ve transportado a una especie de universo paralelo plagado de personajes singulares mientras pasea por las calles soñando con los felices años veinte.
Foto vía: David shankbone