Emir Kusturica, genial director y músico

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Para algunos Emir Kusturica es «Emir Kusturica & the no smoking band». De acuerdo, el gitano es un apasionado de la música, pero para los cinéfilos es el genio de películas como «Papá está en viaje de negocios», «Gato negro, gato blanco» o «La vida es un milagro». Su última obra es un documental sobre Maradona, de 2008. Estamos esperando a que se decida a rodar algo más.

Por esas cosas de la geografía balcánica podemos llamarle serbio de Sarajevo, nacido mususlmán y convertido al cristianismo ortodoxo, polémico por su rechazo a los procesos de independencia en Yugoslavia que le llevó a apoyar incluso a Slovodan Milosevick.

No obstante, el mensaje de sus filmes, a mi modo de ver es muy claro: La defensa de la alegría de la vida por encima de las diferencias políticas, religiosas y nacionales, incluso en las peores circunstancias, incluso en la guerra, en medio de la matanza.

El tema del amor como única liberación posible aparece de forma recurrente en ellas: los adolescentes de la posguerra en «Gato negro, gato blanco» la pareja imposible en «La vida es un milagro» pasan por encima de la ruina y la maldad de la devastación bélica.

Y todo ello sin caer en el dramatismo que resultaría normal, muy al contrario, al lado de escenas absolutamente emocionales y humanas, en lugar de recrearse en ellas Kusturica nos presenta a contrabandistas enloquecidos, criminales de guerra ridículos y cocainómanos, políticos pervertidos y hasta un pobre burro suicida. Y todo ello sin llegar a caer en el humor negro.

Como queriendo indicarnos en cual de los dos lados está (o al menos debería estar) la normalidad y el sentido común y el verdadero heroísmo: en el que huye al monte con su novia porque es de otra religión y no en el que pretende conquistar un pedazo de tierra con las armas en la mano.

Foto vía: connect

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