Anécdotas de «Con faldas y a lo loco»

Con faldas y a lo loco

¿Quién no recuerda aquél inolvidable diálogo final de «Con faldas y a lo loco» cuando en un coche, con un idílico horizonte de fondo, Jack Lemmon, quitándose la peluca confiesa que es un hombre? decenas de detalles de aquella película han quedado inmortalizadas en el recuerdo de todos los amantes del buen cine; ellos, todos y cada uno de sus protagonistas se ganaron ese hueco que todo quieren en el corazón de sus espectadores y lograron lo que cualquiera en ese mundillo querría: dejar una huella indeleble en la memoria cinematográfica.

«Con faldas y a lo loco» se ha convertido en el símbolo de la más auténtica comedia; la de los gags simpáticos, la del humor fino, la de los personajes bien definidos, pero sobre todo, la de los diálogos brillantes e hilarantes.

Y no podía ser de otra forma en una película que se guionizó casi al mismo tiempo que se rodaba. Muchos pensarán que las mejores cosas son las que salen cuando se hacen sin pensar, cuando se actúa sobre la marcha de forma natural. Y en cierto modo eso es lo que pasó con este film cuyo guión fue adaptándose en el momento al rodaje, escribiéndose en paralelo con éste.

Rodaje que, por otra parte, contó con esas decenas de anécdotas desde su mismo comienzo y hasta la última de sus frases. Y es que lo que en principio se había firmado por contrato como película en technicolor acabó por rodarse en blanco y negro en palabras de Wilder «porque a todo color, Jack Lemmon y Tony Curtis hubieran sido acusados de travestismo si su maquillaje era ligero, y de inaceptable vulgaridad si era pesado«.

Dos millones trescientos setenta y tres mil dólares fue el presupuesto con el que contó la película. Y de ellos, 300.000 $ se fueron a los bolsillos de Marilyn Monroe, su gran estrella. Y junto a Marilyn, otras dos estrellas rutilantes, cada una con sus peculiaridades: Tony Curtis y Jack Lemmon.

Curiosamente, ninguno de estos dos actores fueron las primeras elecciones. Antes que ellos Billy Wilder, el director, quería a Bob Hope y a Danny Kaye, pero no cuajaron e incluso Anthony Perkins hizo una audición para el papel que finalmente hizo Curtis. No obstante, el actor más sonado para el film fue Jerry Lewis a quien también le ofrecieron el papel de Jack Lemmon. Aquel personaje parecía tan peculiar que Jerry Lewis lo rechazó aduciendo que «no quería que toda su vida lo confundieran con un drag-queen«. Gracias a ese rechazo el papel acabaría en las manos de Jack Lemmon, una interpretación que bien le valió ser reconocido a nivel mundial. El propio Lemmon, reconociendo el espaldarazo que sufrió su carrera gracias a ese papel, acabó por enviarle una caja de bombones cada año a Jerry Lewis coincidiendo con la fecha de estreno del film.

Ambos actores, Tony Curtis y Jack Lemmon, se tomaron tan en serio sus papeles que fue su intención desde el principio hacer una interpretación perfecta de cómo actuaban las mujeres. Para ello se vestían de mujeres en los estudios y por allí se paseaban fuera de rodaje para ver las reacciones de los demás. La prueba final que les valió convencerse de que lo habían conseguido fue cuando se metieron en el baño de señoras para maquillarse. Cuando vieron que ninguna chica se alteraba y que no los reconocían dieron por buena su interpretación.

Fue Orry Kelly el diseñador del vestuario de los tres protagonista, y habituado como estaba al pique entre los tres, en cierta ocasión, en el vestuario de Marilyn, y mientras le tomaba medida a las caderas, se le ocurrió decirle: «El Sr. Curtis tiene un culo mejor que el suyo, Miss Monroe«, a lo que ella rápidamente le contestó furiosa, desabrochándose la blusa, «pero seguro que no tiene unas tetas como éstas«.

Poster de Con Faldas y a lo Loco

Fue Marilyn Monroe la que ocasionó, sin dudas, más anécdotas durante el rodaje. Tantas que tanto su director, Billy Wilder como sus compañeros de reparto, acabaron tan harto de ella que ni siquiera la invitaron a la fiesta de despedida tras el final del rodaje. Y es que Marilyn, cuyo carácter difícil ya trascendía del celuloide, no solo llegaba frecuentemente tarde (llegó a acumular 35 horas de retraso, e incluso estuvo 12 días sin presentarse aduciendo que estaba enferma) sino que además olvidaba sus diálogos.

Dos de ellos fueron muy referidas por sus compañeros: para decir «Soy yo, Sugar» fueron precisas 47 tomas y hasta 59 tomas de la escena en que decía «¿Dónde está el bourbon?«. La escena del beso con Tony Curtis la tuvieron que repetir tantas veces que hasta el propio Curtis, tan mujeriego él, acabó harto y años después terminó por decir que «besar a Marilyn era como besar a Hitler«.

No puedo cerrar este anecdotario de la película sin volver a hacer mención a aquel magnífico final (para muchos, el mejor final de película que se haya escrito jamás). Aquella última frase de la película que pronunciara el actor Joe E. Brown, «Bueno. Nadie es perfecto» ni siquiera era la que se iba a dejar en la película. Fue una frase pasajera que se dejó hasta encontrar una mejor con la que cambiarla. Pero cosas del destino, aquella frase de la que hoy nadie reclama su autoría, ha pasado a la historia por su simpleza a lo que el broche a una comedia debe ser.

Por cierto, «Con faldas y a lo loco» fue elegida en el año 2000 como la película más divertida de la Historia.

 

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